Las mujeres de Afganistán: Mantener la paz
Hoy en día en Afganistán las mujeres desempeñan una función aún mayor en la tarea de consolidar la seguridad del país. Ello forma parte del nuevo Afganistán, pero también hay cierta continuidad. Hace ya cien años, la Constitución afgana garantizaba a las mujeres un lugar en la vida pública. Dos mujeres afganas destacadas, Shukria Barakzai (que participó en la redacción de la nueva Constitución en 2003 y presidió el comité parlamentario de defensa en el gobierno anterior) y Hasina Safi (que dirige la Red de Mujeres Afganas), hablan de los hitos y los retos a la hora de defender ese derecho.
"Están haciendo una labor magnífica"
Shukria Barakzai
¿Existe la tradición de que las mujeres trabajen en pro de la seguridad en Afganistán?
A lo largo de la historia, Afganistán ha tenido mujeres fuertes y poderosas: Razia Sultan gobernó en el siglo XIII, la emperatriz Goharshad Begum reinó en el siglo XIV. En 1880, la heroína Malalai reunió a las fuerzas afganas en la lucha por liberarse del yugo británico, hasta conseguir la victoria en la batalla de Maiwand. Todo ello es parte de una historia innegable.
Hace cien años, cuando empezamos a elaborar nuestra primera Constitución, cinco mujeres participaron en su redacción: se trataba de parlamentarias electas desde el momento en que ese órgano empezó a funcionar. Teníamos a mujeres que trabajaban en la industria. La formación era muy importante, y muchas viajaban al extranjero para estudiar, por ejemplo a Turquía. Y entonces, de repente, todo cambió. Tras la ocupación soviética prevalecieron las ideas de los islamistas y los muyahidines. La cultura de la violencia sustituyó a la cultura de la paz. Nuestro país vivió una época muy difícil.
La presencia de la comunidad internacional desde finales de 2001 fue como un rayo de luz, una esperanza renovada. En la Conferencia Internacional sobre Afganistán, celebrada en Bonn, se acordó nombrar a dos mujeres para los cargos de Vicepresidenta para las Cuestiones de la Mujer y de Ministra de Sanidad Pública en el nuevo gobierno. La Constitución que adoptamos en 2003 asegura los derechos fundamentales de hombres y mujeres, e incluye disposiciones para que haya una discriminación positiva que favorezca a la mujer. En ella se reserva a las candidatas como mínimo el 25 por ciento de los escaños en el parlamento, y se asegura la participación de la mujer en diversos sectores, entre ellos el de la seguridad. En el Artículo 55 se afirma claramente que los ciudadanos afganos, tanto hombres como mujeres, son responsables de la seguridad del país.
¿Cuál fue su experiencia como mujer al presidir el comité parlamentario de defensa de Afganistán?
El comité de defensa es uno de los comités más importantes, el segundo después del de relaciones exteriores. Mantiene una relación directa con la labor de las Fuerzas de Seguridad Nacional afganas. Cuando decidí incorporarme al comité de defensa tras cinco años dedicándome a los derechos humanos, la sociedad civil y las cuestiones de la mujer, la idea misma me parecía una pesadilla. Pero también sabía que la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre la mujer, la paz y la seguridad nunca llegaría a aplicarse realmente mientras las mujeres no participaran en el sector de la seguridad y en el proceso de paz. Por ese motivo decidí ir allí, para velar por que se tuvieran en cuenta las cuestiones propias de la mujer.
¿Cómo abordé mi función como presidenta? En el período de un año tuvimos dos mandatos de cuatro meses y medio. En el primero, participé en el comité y le pedí a toda la institución de seguridad que acudiera y nos diera información. Por nuestra parte, lo que hicimos fue tomar nota de lo que hacían, su estrategia, sus conferencias nacionales y también la transición, porque ese año comenzó la transición, que consistió en el traspaso de la responsabilidad en materia de seguridad de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) a las Fuerzas de Seguridad Nacional afganas. Intentamos aumentar sus efectivos, procuramos respaldarlos, y tratamos de luchar contra la corrupción.
Durante la segunda parte del año me desplacé a las bases militarse, algo que es realmente insólito. Para la mayoría de los soldados, era la primera vez que rendían el saludo militar a una mujer dentro de una base militar. De hecho, era la primera vez que un funcionario del gobierno iba allí para ver cómo estaban. Intenté entablar una comunicación en profundidad, empezando por sus condiciones laborales. ¿Les daban de comer? ¿Podían dormir? ¿Qué clase de suministros sanitarios recibían? ¿Les pagaban el sueldo? ¿Cómo combatían? ¿Cómo se organizaban entre ellos? ¿Dónde estaba su apoyo aéreo? ¿Dónde estaba su apoyo terrestre? Fue como asistir a clase en la universidad; y no solo para mí, sino también para ellos.
Para mí fue todo muy novedoso: dormir en las bases militares, pasar tanto tiempo allí, ir a las zonas donde había combates, viajar en helicópteros militares con puertas abiertas y hombres armados, y siempre me decía a mí misma: “Pues sí, ésa soy yo. Siempre había estado en contra de esas armas, y miradme ahora”.
¿De qué manera pudo apoyar a las mujeres en el sector de la seguridad?
Fue un proceso continuado. Visité a las mujeres que trabajaban en las Fuerzas de Seguridad Nacional afganas y también en la policía. Les pregunté acerca de sus sueldos y me hablaron de la situación en la que estaban; también acerca de casos de abuso sexual. Recuerdo que una vez, en una conferencia, aconsejé al Ministro del Interior: “Si un hombre le falta al respeto a una agente de policía, hay que castigarlo delante de todos: debe servir como escarmiento para que los demás dejen de hacerlo”. Por desgracia, lo abusos son un hecho real, es algo que sigue sucediendo, nos guste o no.
Por norma general, se supone que las mujeres y los hombres reciben el mismo sueldo, pero hemos decidido que la mujer que trabaja en el sector de la seguridad debe recibir un sueldo superior, para que no tengan que hacer tantos turnos de noche y puedan ir a casa con sus hijos. También nos hemos ocupado de que haya guarderías y alojamiento colectivo para las agentes de policía. Lamentablemente, en nuestra cultura a los niños les desagrada ver a sus madres vestidas de uniforme: los vecinos se burlan de ellos porque su madre está vestida con ropa de hombre, y cosas por el estilo.
Tenemos que dedicarnos a hacer que cambie esa actitud, y a cultivar una imagen de la mujer en el sector de la seguridad que sirva como modelo. Ya tenemos mujeres que son pilotos militares; trabajan en las Fuerzas de Seguridad Nacional afganas. No son solamente oficiales, participan en operaciones especiales y también en operaciones nocturnas, que son muy importantes. Practican rápel desde los helicópteros, igual que en las películas americanas. Están bien entrenadas y están haciendo un trabajo magnífico.
“La mujer es decisiva para consolidar una nación”
Hasina Safi
¿De qué manera ha ayudado la Red de Mujeres Afganas, que usted dirige, a que las mujeres participen en el proceso de reconciliación en Afganistán?
Desde su creación, la Red ha participado en medidas para establecer la paz. La verdad es que ya empezamos con ello en 1995, debido a la situación de conflicto y a la situación bastante complicada de la mujer en Afganistán en aquella época.
Las mujeres deben desempeñar una función importante. Teniendo presente que la familia es la base de la sociedad, y que la energía femenina es una fuerza movilizadora dentro de la familia, está claro que las mujeres son fundamentales, no solamente para el proceso de reconciliación, sino también para la estabilidad y la consolidación de la nación.
Nuestro primer éxito en la pugna para participar en el proceso de paz se remonta a 2010, en la primera Jirga por la Paz, una consulta nacional acerca de la instauración de la paz en Afganistán. Fue la primera Jirga en la que se permitió que las mujeres participaran en el proceso de reconciliación, puesto que es un derecho nuestro consagrado en la Constitución nacional. Se invitó a participar a cuatro mujeres. Cuando nos dimos cuenta de que solo habían invitado a cuatro, nos dirigimos al Presidente, mencionando nuestra Constitución y la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre la mujer, la paz y la seguridad. Después de promover mucho ese tema, conseguimos que el número de mujeres aumentara a 240, de un total de 1.600 delegados.
Desde que se estableciera el Consejo Supremo de Paz de Afganistán dentro del Programa de Afganistán para la Paz y la Reintegración, hemos colaborado con mujeres que son miembros de los Consejos de Paz provinciales. Nosotras actuábamos en Kabul, pero nos dimos cuenta de que las mujeres de las provincias carecían de oportunidades. De modo que pusimos en marcha programas de fomento de capacidades destinados a ellas. Al principio, estaban dudosas y no sentían confianza. Pero hoy, algunas de ellas salen a hablar con mujeres y con sus parientes, e incluso con miembros de grupos armados. Son mujeres que saben razonar; están demostrando de lo que son capaces y que son miembros activos del proceso de reconciliación.
¿Qué importancia tiene para Afganistán la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas?
Ha pasado una década y media desde que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó la resolución 1325. Hace diez años, los máximos responsables de tomar decisiones en Afganistán aún no sabían muy bien lo que significaba: solamente era un número. Pero poco a poco, con nuevas campañas de concienciación coordinadas por los diversos Estados miembros de las Naciones Unidas y sus socios correspondientes, se ha reconocido que es un documento importante cuyo objetivo es conseguir que las mujeres en las zonas en conflicto intervengan en los procesos de paz y de reconciliación.
En junio de este año, Afganistán inició su Plan de Acción Nacional sobre la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, cuya elaboración nos llevó dos años. Participé en el comité asesor y la Red también tuvo representantes en el comité técnico. Además, hemos colaborado con el Ministerio de Asuntos Exteriores para determinar qué significa la resolución 1325 para las mujeres de Afganistán: qué desean conseguir de la paz, qué retos deben afrontar. Hemos organizado consultas populares con mujeres en todo Afganistán, y hemos enviado conceptos y recomendaciones al Ministerio para el Plan de Acción Nacional en nombre de la sociedad civil.
Hemos preparado informes paralelos análogos a los informes presentados por los países que ya han ratificado la resolución 1325. Dichos informes se basan en los cuatro pilares de la resolución 1325: la prevención, la protección, la participación, y el socorro y la recuperación. En ellos se hace un seguimiento de lo que ocurre sobre el terreno (como por ejemplo de qué manera se promueve a la mujer) y se compara con los indicadores del cumplimiento de la resolución.
¿Cómo describiría sus medidas para hacer que más mujeres políticas entren en el gobierno y se incorporen al sector de la seguridad?
Como ya dije antes, en nuestra Constitución hay varios artículos que respaldan la participación de la mujer en la vida pública. Al principio, centramos nuestras medidas en que se incluyera a mujeres en los procesos decisorios. Hoy luchamos para que su número aumente. En la actualidad hay 68 mujeres en el parlamento. Hemos defendido que también se incluya a mujeres en el gobierno y hemos exigido que haya por lo menos ocho. Todavía no hemos llegado a ese punto: actualmente hay cuatro.
Hay mujeres en las fuerzas de seguridad, pero hay que plantearse esto como una oportunidad en términos cualitativos. Las mujeres que trabajan en el sector de la seguridad afrontan muchísimos retos. Muchas de ellas son viudas y son el sustento de sus familias. Cuando surgen problemas en el lugar de trabajo, a veces prefieren callar por temor a perder su empleo. Las oportunidades no son las mismas para los hombres y las mujeres en lo que respecta a los sueldos o a las prerrogativas, por ejemplo. En algunos casos, a los oficiales varones se les asigna un vehículo y un guardaespaldas, mientras que las mujeres oficiales a veces no reciben ni siquiera dinero para pagarse sus gastos de transporte. Las viudas necesitan que alguien cuide de sus hijos. ¿Acaso les brindan servicios como los de las guarderías? No suele ser así. También nos hemos enterado de que, en algunas zonas conservadoras, la gente se niega a alquilar sus casas a mujeres que son oficiales de la policía porque dicen que no son “mujeres buenas”. Estas son solamente algunas de las dificultades que siguen teniendo las mujeres.
Saule Mukhametrakhimova, Oficial de medios informativos de la Sección de Comunicación y Relaciones con los Medios Informativos de la Secretaría de la OSCE, en una entrevista con Hasina Safi.
La resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre la mujer, la paz y la seguridad
La resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es la primera de una serie de ocho resoluciones sobre la mujer, la paz y la seguridad. En ella se reconoce que las mujeres y los hombres viven de manera distinta los conflictos y la guerra, y que hay que tenerlos a ambos en cuenta para poder conseguir una paz y una estabilidad duraderas. La resolución pide que se incluya a la mujer en cuatro ámbitos: participación femenina en los procesos de paz; protección de la mujer en tiempos de guerra y en tiempos de paz; prevención de conflictos y enjuiciamiento de los autores de actos de violencia sexual o de género; e inclusión de mujeres en las iniciativas de reconstrucción posconflicto.
La OSCE, la igualdad de géneros y Afganistán
La OSCE reconoce que la igualdad de géneros es fundamental para promover la paz, mantener la democracia y fomentar el desarrollo económico. Tomando como base la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre la mujer, la paz y la seguridad, ha desarrollado su propio marco de elaboración de políticas para velar por que sus iniciativas integrales en materia de seguridad incluyan tanto a hombres como a mujeres. Afganistán es Socio de la OSCE para la Cooperación desde 2003.
Estas son algunas de las modalidades de cooperación entre la OSCE y Afganistán para que la perspectiva de la mujer influya en las actividades relacionadas con la seguridad.
Consolidación de la paz
La Sección de Cuestiones de Género de la Secretaría de la OSCE promueve una función dirigente de la mujer en la consolidación de la paz. Para mejorar el nivel de concienciación internacional acerca de la importancia crítica que tiene dar facultades a la mujer para lograr la seguridad y la reconciliación en Afganistán. En mayo de 2015, la Sección de Cuestiones de Género de la Secretaría de la OSCE organizó, junto con la Embajada de Afganistán, una visita de la Ministra afgana para Cuestiones de la Mujer, Dilbar Nazari, a la sede de la OSCE en Viena. La Ministra viajó acompañada de una delegación compuesta por representantes de otras instituciones gubernamentales y de la sociedad civil, entre ellos la Directora de la Red de Mujeres Afganas, Hasina Safi (véase la página X).
Gestión de las fronteras
La Escuela de la OSCE para Personal de Gestión Fronteriza en Dushanbe (Tayikistán), fomenta la participación de las mujeres en sus actividades de capacitación acerca de la seguridad de las fronteras, que incluyen la integración de la perspectiva de género como parte de su programa académico básico. En 2013 se incorporaron a la Escuela las primeras mujeres afganas; hasta la fecha, lo han hecho 11. La Escuela también imparte cursos destinados exclusivamente a mujeres; un cursillo para mujeres dirigentes de organismos dedicados a la seguridad y la gestión de las fronteras, y un curso solo para personal femenino, que abarca temas que van desde los modelos de gestión al intercambio de información, la migración, la trata de personas y el contrabando, la lucha antiterrorista, las medidas contra la corrupción, la gestión de los conflictos y la función de liderazgo.
Aduanas
El Centro de la OSCE en Bishkek ha impartido formación especializada a agentes de aduanas de Kirguistán y de Afganistán. Uno de los logros de los cursos fue la participación de siete funcionarias afganas. El Centro está decidido a animar a más agentes afganas a que aprovechen los cursos de formación para instructores, a fin de que puedan regresar a su país y transmitir a sus colegas lo que han aprendido.
Empoderamiento económico
El empoderamiento económico de la mujer es un factor importante que contribuye a la seguridad y la prosperidad. La Oficina del Coordinador de las Actividades Económicas y Medioambientales de la OSCE organizó un programa para empresarias de Afganistán, a fin de que pudieran perfeccionar sus conocimientos en materia de gestión empresarial, mejorar sus redes profesionales y ampliar sus oportunidades de mercado. Junto con sus colegas de Tayikistán y Azerbaiyán, las empresarias asistieron a un curso de formación de una semana, realizado en 2012 en Estambul (véase el artículo en la Revista de la OSCE, Número 4, 2012).
Formación
La Academia de la OSCE en Bishkek es un centro regional de enseñanza e investigación para licenciados, que ofrece dos programas de máster sobre política y seguridad y sobre desarrollo y gobernanza económicos. Desde 2008 acuden estudiantes de Asia central y de otros países, entre ellos Afganistán. La Academia de la OSCE en Bishkek tiene seis licenciadas procedentes de Afganistán y actualmente tiene una estudiante de ese país. La Alumna del Año en 2015 fue Sakina Qasemi, una licenciada de Afganistán, que ahora es Decana de la Facultad de Económicas del Instituto de Enseñanza Superior de Gawharshad en Kabul.
Construyendo una Comunidad
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