Destino: Astana
Presidente en Ejercicio de la OSCE, Kanat Saudabayev, Secretario de Estado y Ministro de Asuntos Exteriores de Kazajstán
El Presidente de Kazajstán, Nursultan Nazarbayev, fijó una visión ambiciosa para nuestra Presidencia de la OSCE en 2010, pero creo que únicamente aspirando a objetivos elevados hemos sido capaces de crear un impulso y de alcanzar el consenso necesario para lograr resultados. Han sido necesarios un año de arduo trabajo e innumerables debates para que nos encontremos en este punto: la primera Cumbre de la OSCE en 11 años.
En su calidad de Presidente de la OSCE, una de las primeras responsabilidades de Kazajstán fue llevar adelante el Proceso de Corfú, un diálogo iniciado seis meses antes por la Presidencia griega para reconstruir la confianza entre los Estados de la OSCE, con el fin de poder lograr verdaderos progresos en cuestiones de inquietud común. Durante nuestra Presidencia hemos dotado de contenido a dicho Proceso mediante reuniones periódicas sobre cuestiones importantes. Esos debates configuraron el primer programa de la reunión informal de ministros de asuntos exteriores, que tuvo lugar en Alma-Ata en julio, y ahora el de la Cumbre.
Naturalmente, la Cumbre no es un fin en sí misma, pero en una Organización como la nuestra, que trabaja para prevenir conflictos, actuar como mediadora en ellos y resolverlos, actividades de ese tipo forman parte del proceso de fomento de la confianza y son un reflejo del nivel de compromiso de los Estados para lograr progresos. El hecho de que todos nuestros Estados hayan estado de acuerdo en enviar a mi país a sus más altos representantes ya es un signo importante de renovación, no sólo de la Organización sino de algo que es más importante: las relaciones entre nuestros Estados. La comunicación es el alma de la diplomacia- la forma en que resolvemos nuestros problemas. En un año hemos cambiado el vocabulario de nuestras conversaciones. Ahora ya hablamos de una comunidad de seguridad única, que abarca tanto la región euroatlántica como la euroasiática. La confianza no se fomenta sólo hablando unos con otros, sino mediante la colaboración y el entendimiento mutuos. Creo que durante este año en el que Kazajstán ha aumentado sus responsabilidades como dirigente internacional, los otros 55 Estados han llegado a conocernos mejor y se han dado cuenta de todo lo que podemos aportar.
Hemos demostrado que la OSCE es verdaderamente una Organización de iguales y que los países situados al este y al oeste de Viena, grandes y pequeños, tienen una valiosa contribución que hacer. En un momento en que algunos de los problemas más acuciantes con los que se enfrenta nuestra Organización están relacionados con Asia Central y Afganistán, ha quedado demostrada la importancia de contar con una Presidencia de Asia Central, que comprende muy bien a sus vecinos. Los trágicos sucesos acaecidos a principios de año en Kirguistán nos recuerdan el valor que tiene la función de la OSCE como foro de diálogo y la importancia de fomentar la confianza mutua a largo plazo en dicho foro, a fin de poder adoptar decisiones conjuntas para actuar con prontitud cuando sea necesario.
A lo largo del año hemos mantenido otras muchas reuniones de alto nivel y de expertos, que reflejan los retos a los que nos enfrentamos, desde las amenazas transnacionales hasta las cuestiones económicas y medioambientales, pasando por las libertades fundamentales. El verano pasado celebramos en Astana una conferencia de alto nivel sobre tolerancia. También organizamos en la capital danesa una actividad para conmemorar el 20º aniversario del Documento de Copenhague, el documento clave de la OSCE en materia de derechos humanos. En septiembre tuvo lugar en Viena una reunión de expertos para intercambiar experiencias sobre los métodos de votación electrónicos. La posible contribución de la OSCE a la seguridad energética se debatió en una reunión de expertos celebrada en Vilna, y en octubre organizamos también una conferencia de alto nivel sobre la lucha contra el terrorismo.
La Presidencia kazaja está tocando a su fin y pronto cederá esa responsabilidad a Lituania. Creo que le entregamos una Organización más orientada, decidida y optimista. El lema de nuestra Presidencia han sido estas cuatro cosas: la tolerancia, la tradición, la confianza y la transparencia. En este año, hemos prestado atención a todas ellas, pero quizá en la que más hemos conseguido ha sido en la confianza, porque la confianza es un requisito previo para una reunión como ésta y lamentablemente es algo que nos ha faltado en el último decenio.
Aunque les traspasaremos a otros la tarea de hacer cumplir las decisiones que los Estados participantes adopten en la Cumbre, la responsabilidad de aprovechar el impulso que hemos creado recae no sólo en las Presidencias, la actual y la futura, sino en los 56 Estados. En Astana sentaremos las bases; el reto consiste ahora en que todos aprovechemos esa oportunidad para construir un futuro más seguro.