Charla con el Cuarteto Tunecino
En el verano de 2013 Túnez, el país que apenas dos años antes había dado el impulso inicial a la Primavera Árabe con su “revolución de la dignidad” que derrocó al dirigente autocrático Zine El Abidine Ben Ali, fue sacudido por una serie de asesinatos y manifestaciones violentas que parecían presagiar una guerra civil. En lugar de ello, para finales de ese año el gobierno había dimitido voluntariamente y las partes en conflicto habían firmado una hoja de ruta por la que se comprometían a instaurar un gobierno imparcial, adoptar una nueva constitución, establecer un nuevo organismo de gestión electoral y una ley electoral, y celebrar elecciones parlamentarias y presidenciales; todo ello llegó a cumplirse.
Cuatro organizaciones de la sociedad civil que se unieron para formar el Cuarteto para el Diálogo Nacional Tunecino son las responsables principales de dar un giro completo al país y devolverlo al camino de la transición democrática. Su labor fue merecedora del Premio Nobel de la Paz en 2015.
Varios representantes de las cuatro organizaciones (la Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT), La Confederación Tunecina de la Industria, el Comercio y la Artesanía (UTICA), la Liga Tunecina de los Derechos Humanos y el Colegio Nacional de Abogados de Túnez) visitaron la OSCE en Viena en febrero de 2016 para pronunciar un discurso en la sesión de apertura de la reunión anual del Grupo de Contacto mediterráneo, bajo la presidencia de Austria. En la charla a continuación hablan de sus logros y también de los retos que Túnez, que es Socio de la OSCE para la Cooperación, debe afrontar en la actualidad.
Sus cuatro organizaciones son muy diferentes e incluso han sido adversarias a lo largo de la historia, al representar a trabajadores y patronos, abogados y militantes pro derechos humanos. ¿Cómo es que se les ocurrió aunar fuerzas?
Houcine Abbassi, Secretario General de la UGTT: En primer lugar, nuestra cooperación como miembros de la sociedad civil ya se remonta al pasado. En 2011, para asegurar una transición fluida hacia un nuevo orden político después de la huida del entonces Presidente, Zine El Abidine Ben Ali, los partidos políticos y las agrupaciones de la sociedad civil crearon la denominada Autoridad Superior para el Cumplimiento de los Objetivos de la Revolución, la Reforma Política y la Transición Democrática. Mi colega Ghazi Gherairi, profesor de Derecho constitucional, que hoy está presente, nos asesoró y actuó como nuestro portavoz. Nuestra labor desembocó en la elección de la Asamblea Nacional Constituyente el 23 de octubre de 2011. Una vez la Asamblea hubo formado gobierno se disolvió la Autoridad Superior.
Lamentablemente, al cabo de un año resurgieron los conflictos y hubo una grave crisis política. Se perpetraron atentados contra personalidades públicas, funcionarios y policías, así como asesinatos, y aumentó el peligro del terrorismo. Dos importantes personalidades políticas fueron asesinadas: Chokri Belaïd (coordinador del Movimiento Democrático de Patriotas) y Mohamed Brahmi (dirigente del Movimiento del Pueblo). Observábamos lo que estaba sucediendo en otros Estados donde también había habido una revolución, y que se estaban precipitando en el caos. Nos dijimos que si no queríamos que nuestro país entrara en la misma espiral no podíamos seguir siendo meros observadores pasivos. Túnez tenía que dar con su propia solución para poner fin a esa situación. Así que nuestras cuatro organizaciones se reunieron para solucionar el bloqueo e iniciaron un diálogo nacional. Y así comenzó nuestra historia.
Ouided Bouchamaoui, Presidenta de UTICA: A veces lo olvidamos, pero conviene recordar que ya había habido contactos entre UTICA, la unión de empresarios, y UGTT, la unión de trabajadores, antes de que entabláramos el diálogo nacional. En 2012, cuando hubo muchas sentadas y huelgas y la situación social era complicada, los dos sindicatos se reunieron y preparamos la base para el diálogo. Por supuesto que al principio no fue fácil. Creo que gracias a nuestras personalidades, así como a la situación en el país, fuimos capaces de conseguir ese hito inicial.
Abbassi: Hemos invitado a muchos partidos políticos a que se sumen al diálogo nacional, y muchos de esos partidos se pusieron en contacto, ya fuera con la señora Bouchamaoui o conmigo, para disuadirnos de que aunáramos nuestros esfuerzos, pues creían que los elementos que nos separaban eran más numerosos que aquellos que nos unían. Pero nuestra respuesta fue inequívoca: por encima de todo están los intereses del país. Con ello transmitimos un mensaje firme a las partes políticas en conflicto: nosotros, adversarios de largo arraigo, hemos podido llegar a un acuerdo, así que vosotros también debéis superar vuestras disensiones internas por el bien del país que tanto amamos.
Noureddhine Allègue, Colegio de Abogados de Túnez: En una asamblea general, el Colegio de Abogados de Túnez decidió seguir adelante y tomar cartas en el asunto. Teníamos claro que había que afrontar la situación política y que no podíamos dejar que las cosas siguieran como estaban. Nuestra cooperación con la Liga Tunecina de los Derechos Humanos surgió de manera natural pues su dirigente, Abdesatar Ben Musa, es uno de nuestros colegas, exdecano del Colegio de Abogados, y la propia Liga está formada por un gran número de abogados, así que ya existía una relación, y también había buenas relaciones con las otras dos organizaciones, lo cual facilitó nuestra tarea.
Abdessattar Ben Moussa, Presidente de la Liga Tunecina de los Derechos Humanos: Las cuatro organizaciones ya habían entrado en acción en tiempos de la dictadura y habían participado en la revolución, así que contaban con el respaldo de la población y de otras asociaciones y organizaciones. Otro elemento que teníamos en común es que éramos independientes de los partidos políticos (y de la influencia extranjera). Las embajadas quisieron intervenir, pero nos negamos.
Ustedes han conseguido algo que parecía imposible: como agentes de la sociedad civil, han convencido al gobierno en el poder para que dimitiera voluntariamente y, con la oposición, acordara una hoja de ruta para un nuevo comienzo político. ¿Cuál es el secreto de su éxito?
Ben Moussa: Efectivamente, fue difícil convencer a las tres partes que constituían el gobierno para persuadirlos de que éste dimitiera. La sociedad tunecina estaba profundamente dividida respecto de la Asamblea Nacional Constituyente. Miles de manifestantes habían organizado una sentada ante el edificio de la Asamblea y en todo el país, y exigían que el gobierno dimitiera y el parlamento se disolviera; y luego estaba la otra facción, que pedía que se mantuviera el statu quo. ¿Qué podíamos hacer? Decidimos que, ya que la Asamblea Nacional Constituyente era un órgano electo, había que respetar su carácter legal. Pero al mismo tiempo había que pedirle cuentas al gobierno por la situación de la seguridad y la serie de atentados. De modo que propusimos una hoja de ruta que esbozaba una vía de compromiso que desembocaría en una nueva Constitución, un gobierno provisional imparcial, una nueva ley electoral, y elecciones parlamentarias y presidenciales.
Insistimos en que la hoja de ruta se aceptara inmediatamente. “No podemos seguir en esta situación de caos y guerra civil”, dijimos: “pues en caso contrario no va a quedar nada que ustedes puedan gobernar. Es necesario un diálogo ahora mismo”. Fue la estrategia que empleamos para hacer que las partes firmaran la hoja de ruta. Y así la aceptaron.
Posteriormente, para la ejecución de la hoja de ruta volvimos a salir a la calle de cuando en cuando, manifestándonos junto con la población y los militantes.
Abbassi: Contábamos con el respaldo popular de la sociedad civil, que nos daba fuerzas, y las cuatro podíamos aprovechar nuestra intervención anterior: contábamos con la experiencia y los conocimientos especializados para conseguir hacer que funcionara el diálogo.
Bouchamaoui: ¿Cuál es el secreto de nuestro éxito? El respeto mutuo, un espíritu decidido y una fe sólida en la paz. Nos hemos fijado prioridades claras: en primer lugar servimos los intereses nacionales, y solo después a nuestras organizaciones.
Ghazi Gherairi, Secretario General de la Academia Internacional Tunecina de Derecho Constitucional: Estoy lo bastante próximo y al mismo tiempo mantengo la suficiente distancia para poder decir: el Cuarteto ha tenido éxito porque representa a un nuevo Túnez. Aunque sus miembros basen su legitimidad en sus experiencias previas (los dos sindicatos desde la época en que surgieron en los años cuarenta, la Liga de los Derechos Humanos de su papel opositor frente al autoritarismo de los años setenta, la profesión jurídica desde su historia primigenia, pues debemos remontarnos hasta los escritos latinos y griegos para poder decir que Cartago es una tierra en la que no crece nada, salvo abogados), lo que me parece interesante es que el Cuarteto demuestra que la sociedad civil es capaz de superar sus propios conflictos y discrepancias fundamentales y dar prioridad a los intereses nacionales por encima de los intereses privados, ya sean partidistas o colectivos.
¿Qué le parecen los retos que afronta Túnez en la actualidad?
Bouchamaoui: Todos los elementos de la hoja de ruta se han cumplido: hemos elegido a la asamblea, hemos elegido al Presidente de la República y hemos adoptado la nueva Constitución. Así que, francamente, hemos conseguido que la transición política se lleve a cabo con éxito. Pero sigue siendo precaria, y lo seguirá siendo mientras no tenga éxito la transición económica. Porque cuando los jóvenes salieron a la calle a manifestarse no lo hacían solo para reivindicar la dignidad y la libertad, sino también el empleo. Hoy somos un país democrático; gozamos de todas las libertades y contamos con una sociedad civil consolidada que puede defenderlas. Pero hay una exigencia del pueblo que todavía no hemos conseguido satisfacer, y es ofrecer a los jóvenes desempleados el trabajo que necesitan con tanta urgencia.
Como somos un país pequeño no tenemos los recursos para conseguirlo solos, sobre todo porque la mayoría de las empresas tunecinas no son grandes. El noventa por ciento son pequeñas y medianas empresas, y la mayoría son microempresas de una sola persona. Así que nuestro país es incapaz por sí solo de brindar suficientes oportunidades a los jóvenes. Por eso invitamos a los inversores extranjeros a que vengan a Túnez e inviertan aquí. Sin embargo, y este es un matiz clave, no nos interesa la subcontratación: lo que queremos es que se generen puestos de trabajo sólidos. Queremos que inviertan en Túnez en un auténtico espíritu de asociación. Lo último que queremos es que la gente que viene a Túnez ofrezca una solución de bajo coste. Lo que buscamos son oportunidades para innovar en los sectores de la tecnología, la sanidad o la enseñanza: muchos de ellos necesitan que haya investigación, creatividad e innovación, y estoy convencido de que los tunecinos pueden brindar esas posibilidades a extranjeros.
El extremismo radical y el yijadismo se propagan entre los jóvenes, y también sucede en Túnez: ¿qué puede hacer la sociedad civil para impedirlo?
Bouchamaoui: Así es: hay unos cuantos jóvenes que se marchan para unirse a la yijad. Hay informes según los cuales Túnez es el primer país que explotan los extremistas radicales, y eso asusta a la gente. En primer lugar, siempre hay que verificar las cifras. En segundo lugar, tenemos que escuchar a estos jóvenes, dialogar con ellos y hablar con ellos de los motivos que los impulsan a marcharse. Si los escuchamos y hablamos con ellos siempre es posible dar con una respuesta. También existe un aspecto material, por supuesto: hay jóvenes pobres que buscan empleo; también hay algunos que, a falta de apoyo social o de distracciones, o de lo que sea, se sienten atraídos por los que se llaman a sí mismos acólitos islamistas, aunque no sea la verdad. Así que tenemos que convencerlos de que es posible un futuro mejor, que existe la felicidad en algún punto más allá. Hay que aprovechar todos los medios a nuestro alcance para escucharles, para crear condiciones dignas de vida y, sobre todo, ofrecer a los jóvenes la dignidad que merecen.
¿Qué le puede ofrecer a Túnez la asociación con la OSCE?
Gherairi: Creo que la OSCE, como una organización de países que aspiran a la paz, es consciente de lo que sucede a su alrededor, y Túnez es un país cercano en términos geográficos y donde ocurren acontecimientos importantes. Por un lado, Túnez tiene lo que usted ha reconocido esta mañana: un consenso civil en pro de la democracia. Pero también tiene otros elementos latentes, entre ellos exigencias sociales que no se han cumplido y que pueden conducir ya sea a corrientes migratorias (como recordará, en las primeras semanas tras la revolución hubo una corriente migratoria hacia Europa, y especialmente hacia Italia) o a lo que algunos medios informativos pretenden que está sucediendo en el país sin haber comprobado sus datos, dada la presencia de algunos contingentes tunecinos que se entrenan en Oriente Medio para unirse a la yijad. Creo que sería un error disociar estos elementos en potencia: hay que tomarlos juntos. Hay un proceso de círculo virtuoso, de democratización e integración social, pero llevará tiempo conseguir cierto grado de satisfacción pública, reconocimiento y estabilidad. El entorno internacional que nos rodea no siempre propicia la paz ni los valores democráticos y, a menudo, esas tendencias que no son democráticas están respaldadas por dinero, por no decir petrodólares. Se ha constatado en Túnez que ciertos grupos que se decantan por el radicalismo (son varias docenas de personas) están vinculados a esos tipos de redes. De modo que en la actualidad la aportación que puede hacer una organización como la OSCE a la opinión pública es, ante todo, comprender lo que está sucediendo en Túnez. Hay que entender que hay una nación que decidió, contra todos los pronósticos, alzarse como una nación democrática, decente y autónoma. Hoy nos situamos en un contexto internacional determinado. Si uno comprende esto, ni siquiera hay que decirles a ustedes qué es lo que tienen que hacer, porque salta a la vista. Está en armonía con el auténtico significado de la OSCE como organización dedicada a la paz: una paz que no es solo la ausencia de conflictos, sino la instauración de un estado permanente sin conflictos.
¿Cuáles son sus planes para el futuro?
Abbassi: El Cuarteto ha terminado de cumplir lo que se había propuesto. Con el diálogo nacional, hemos encontrado una solución que ha permitido a las instituciones estatales afianzarse y consolidarse. Nos han pedido que demos un carácter institucional a este diálogo, pero nos hemos negado a ello: porque sería una iniciativa paralela a la voluntad declarada de los votantes, y eso debilitaría las instituciones democráticas. Hemos concluido nuestra tarea, y su continuación está ahora en manos de esas instituciones estatales.
Sin embargo, el Cuarteto siempre seguirá atento a lo que sucede en Túnez: las cuatro organizaciones seguiremos alerta hasta que nuestro país recobre el equilibrio, no solo en el plano político y socioeconómico, sino también, en la misma medida, en el de la seguridad, lo más alejado posible del terrorismo. Nuestra función consiste en intervenir si detectamos indicios de desestabilización, en cuyo caso tendremos que actuar rápidamente, pues si no lo hacemos las consecuencias serán nefastas. Eso es lo que aún nos mantiene unidos. Vamos a intervenir si nuestro país nos necesita.
Ben Moussa: Permítame añadir que nuestras organizaciones siguen participando en las reformas. La Liga de los Derechos Humanos interviene en muchos ámbitos: la reforma de la enseñanza, la reforma jurídica, la reforma de las estructuras de seguridad, y también en la lucha contra el desempleo, el terrorismo y la violencia. Como organización cuya labor es convencer aún nos queda muchísimo por hacer, pero no podemos ocupar el puesto de las instituciones políticas.
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